Memoria / Testimonio IV: movimientos raros de la repre durante la tarde del día de todos los santos



Humo de lacrimógena en el puente Pedro de Valdivia, Viernes 1 de noviembre 

           Llegué al puente y habían menos de 200 personas con pancartas, banderas del Wallmapu, lamentables banderas de Chile, golpeando los sartenes más viejos que encontraron en la casa o alguna latita de algo con una cuchara sopera. Saltamos gritando ¡El que no salta es paco! ¡De nooorte a sur de eeeste a oeste, daremos esta lucha cueste lo que cueste! ¡El pueblo, unido, jamás será vencido!
No sé si habrán pasado dos horas desde que llegamos al puente, pero desde el comienzo había un móvil de pacos estacionado en la calle O’Higgins mirándonos, mirando cómo saltábamos contra ellos. Cuatro pacos serían. De pronto un grupo de adelante encendió una fogata. Una fogata pequeña. No había mucho para quemar tampoco. Los demás seguíamos gritando, aplaudiendo y caceroleando. De un momento a otro, vimos entrar al guanaco por la calle de ingreso al puente y la gente comenzó a correr. Mi compañero me tomó la mano con fuerza  —Calma, no hay que correr como locos— Se quedó parado midiendo los procedimientos de los pacos. Con un altavoz el guanaco vociferó algo así como que nos teníamos que mover (obviamente estábamos bloqueando la entrada al barrio alto) pero no pasaron 10 segundos y el carro maldito comenzó a lanzar ese tremendo chorro de agua. Corrimos rápido, porque en el aire empezarían a planear esas putas bombas lacrimógenas. Mientras bajábamos las escaleras vimos subiendo a dos cabros con una plancha grande de OCB, sus caras cubiertas —¡Abajo hay otra!—señalaba el de chaqueta roja. Nosotros nos detuvimos a mirar la plancha estacionada, toda limpia y perfecta. En el casino ya no quedaban de esas que pusieron para evitar las piedras y rayados y estaban subiéndolas por la escalera opuesta. Corrimos para evitar que nos lloviera una lacrimógena. Íbamos por el centro, aun no caía la noche, había gente con niños pequeños caminando inadvertidos por la calle Independencia, a dos cuadras del puente. Los chorros del carro lanza agua llegaban más lejos de lo previsible. Nos resguardamos en la fluvial y luego corrimos hacia la calle del bancoestado, había gente sentada en las cafeterías, día de visitar a los muertos. El olor a lacrimógena llegaba bastante adentrados en los barrios bajos. La medida de la policía era desproporcionada para la cantidad de gente a reprimir. Guanaco y lacrimógenas para menos de 200 manifestantes. Estábamos bloqueando simbólicamente la entrada a la Teja, porque todos sabemos que los ricos pueden dar la vuelta en sus camionetas por el rídiculo caucau, tal vez no les gusta el olor a Norte Grande. Nos seguimos preguntando de dónde venían esos dos cabros con las planchas nuevas y pesadas de OCB, imposible que llegaran a ese lugar sin una camioneta. Haciendo fuego a 10 metros de los pacos, en el centro del ingreso al puente. La policía cree que somos imbéciles.

Comentarios