Déjà Vu o paramnesia del reconocimiento

I

La calle está borrosa
la lluvia viene pronto
a lavar las barricadas.
Por un segundo pongo
la vida mía en esta lluvia
que se parece a algún momento
                                                                      (imposible recordarlo)
que se rehace cada vez sobre sí mismo
parecido al nacimiento
o a un tiempo gestándose
se olvida y se vuelve a conocer.
La dimensión humana posee algo
y lo ama 
                y lo quiebra
olvida 
re conoce
ama
                y quiebra.

II

No escucho a los profetas
que con sus dichos se masturban,
los que toman las cabezas de los decapitados
para adornar sus propios cuellos.
No escucho las palabras de una cabeza
ni acostumbro sus costumbres
Escucho el silencio de mi cuerpo apegado al suelo
sobretodo cuando late o sangra,
cuando se empuña mi vientre de odio
y grita los gemidos sin pensarlo.
Escucho la ferocidad de la bestia que me habita
y que me habla en un lenguaje mudo.
Cuando mi sangre de vital herida
toca el suelo de hoja muerta
donde habitan los transmutadores
se transmuta también mi carne 
y canto el canto de las aves de la selva
vuelvo a estar en la delgada línea entre locura
y muerte
el mejor momento
para hablar con el lenguaje que no nombra.




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