Diarios

1 de abril


                 
             Parece que la libertad tiene bastantes significados. Lo que más me acongoja es no sentirme libre en este momento. He logrado ver las murallas, a pesar de su lejanía engañosa. La neolibertad de poder ir a comprar a cualquier parte cualquier cosa. Las opciones. La costumbre a las miles de opciones. Pero esa sensación de miles, de masa, sigue estando. Confinada a las pantallas. ¡Damos inicio! al período de acostumbramiento a nuestras prótesis desmontables de ingeniería finísima. Me pregunto cómo transformará todo esto nuestra forma de vida humana. Pero no, no caeré en la ilusión de muchos de jugar a predecir el futuro. Esa actitud patriarcal, de donde viene lo mismo que hoy nos tiene cuestionándonos la libertad.
A qué le llamo ser libre en esta sociedad, me pregunto. La respuesta no es simple como pensé ingenuamente. Si digo: ser libre es tener la opción de elegir la realidad, entonces ¿yo he escogido esto? Sino es así, entonces no soy libre bajo ese criterio. Si digo: ser libre es hacer lo que deseas, entonces es más claro que no lo soy. No deseo trabajar, por ejemplo. Trabajar para alguien que profita de mi tiempo. Quiero ser la única que profite de su tiempo. No deseo vender mi vida para poder vivir. Un win-win dirían los fantasmas del mercado. ¡Claro!, el sometido pide crédito de vida y lo paga con vida, pero eso si, no hay devoluciones, ni quejas, ni derecho al consumidor, y el interés es delicioso porque es en realidad un autoconsumo perfecto: produce ganancias, un sistema energético abierto. Al funcionar libera energía hacia “afuera” y el que sabe, sabe. La energía es el agua de este momento. Porque lo que producimos vendiendo vida, lo revenden a un precio inverosímil. La vida sí tiene precio (no me vengan con weás del valor de una vida y las cachas), en dólares,  865,40 pesos chilenos la unidad. Pero ni siquiera eso tan obvio. No es la cantidad lo que convierte al capital en una poderosa posibilidad. Es el movimiento. Deben haber desbalances que produzcan flujos de valores en “los mercados”. El movimiento hacia metas aleatorias.
Existen los dueños de la sociedad. Al final, el planeta se considera “nuestro” por convenciones sociales nada más, por historias que nos contamos generación tras generación. Pero lo que produce esta situación de desigualdad de masa se debe a la existencia de un dueño de la sociedad que somete a los demás moviendo el tablero a su beneficio. ¿Será este el capital?, no sé. ¿Un concepto es el dueño de la sociedad? ¿Y qué habría que hacer para matar un concepto? Me imagino algo así como declarar una guerra contra el falogocentrismo. Pero no solo declararla, ir a matar y a morir. Será que algún día superaremos el problema del humanismo. Ese día dejaremos de ser humanos y, tal vez, venga algo diferente a lo que hemos visto en toda la historia que nos contamos. Si digo, ser libre es crear ¿cómo podría contradecirme?
                  Entonces, si sé que no me siento libre, una parte de mi, yo misma, pero sin saber quién de todas las yo, sí sabe lo que es la libertad. Yo, la de ahora, no puedo acceder a esa información.

                  En los países colonizados por los imperialistas, orgullosos de lo bien que prende el neoliberalismo como es chile, ¿qué significa estar en cuarentena? el simpatiquillo humanista “Stay Home” es posibilidad exclusiva para los más aburguesados (somos productores de materias primas principalmente).
Confinamiento a vivir posibilidades reducidas de la imaginación de realidades. Las opciones han disminuido, ya no es cuestión de salir a pasear e imaginarse en un escenario aunque sea levemente distinto a nuestro cotidiano para percibir las variaciones del ahora. Como cuando se tiene la sensación de que cierto lugar se parece a otro.  Algo como la repetición de un nuevo loop, una pesadilla donde despertamos en un lugar del cual no podemos salir y si salimos, no habrá nadie que corrobore nuestra existencia en un plano distinto a la situación de confinamiento. También podríamos “progresar” al modo de comenzar a trabajar por objetivos (como los europeos, tan elegantes ellos) y basta de paqueo en la pega por sacar la vuelta, objetivo logrado.
Atentos, atentos a los algoritmos. Atentos a la historia que tenemos que contarnos. No vayamos a perder la cabeza.

Perdámosla.
                 

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