Diarios


Extractos de amargura, 24 de enero

La rabia.

Después de 5 horas seguidas de una serie sobre supuesta sexoafectividad deconstruida en Netflix, me aventuré en un bucle depresivo. Sin contar con que esta ciudad en verano es tremendamente desagradable. No soporto la humedad mezclada con temperaturas de 29 grados y radiaciones mutagénicas sobre la cara insistiendo al menos 8 horas diarias. No soporto que haya gente que no conozco durmiendo en mi casa, ni realizar esas pequeñas conversaciones cordiales sobre temas que realmente no me importan. Puedo detectar cuando alguien aparenta ser algo que no es y me parece patético. Soy testigo del patetismo de no soportarse e intentar ocultarlo malamente. Sonreír, querer vivir, superarse, ser feliz, ser positivo. Esa lista de “valores” me parece procedente de una fuente inagotable de aburrimiento y mal gusto.

En realidad soy yo quien no quiere formar parte de este mundo. La falsa “conciencia social” me genera náuseas. Todo puede ser bien de consumo. El mercado comercia la imagen, las impresiones, las máscaras. Poleras con lettering “always a feminist”.

Rabia.
torbellino de la soledad


Me agota la hipermoralina de algunxs. Exigiendo humanidades intachables. Pensando que lxs humanxs tenemos la obligación de estar siempre sometidxs a las reglas morales de otros. Siempre habrán zonas oscuras. Tal vez la paz mental venga de una vez cuando esa oscuridad se abrace. Aunque parezca contradictorio. A veces creo que cierto delirio de superioridad podría estar causando mi rechazo a las personas. Pero la verdad, no tengo la seguridad sobre eso de creerme superior. Digo, acepto la posibilidad de estar en un error pensando todo esto. Aunque nada leído o escuchado me haya hecho sentir diferente aún, no lo hizo ni Cristo ni Schopenhauer. Esto es algo que siento. En mi cuerpo. Este odio. Esta rabia contra la humanidad. Rabia contra sus sueños inconsistentes y de corto alcance, de los que se cansan al día siguiente. Contra su egoísmo disfrazado de solidaridad, escondiendo la búsqueda de autosatisfacción. Rabia contra sus formas de la muerte.

No entiendo bien esta rabia, pero está ahí. La siento llenando mi estómago, comprimiendo mis músculos, apretando mis dientes y mis puños. La misma sensación que se tiene justo antes de gritar. Detesto sus preguntas ¿en qué estai?, odio esa maldita pregunta. Odio contestar esa pregunta porque no me interesa abrir ninguna intimidad casual. No quiero estar a la vista, me tienta más la desaparición. Pero sería injusto que yo me mate primero. Creo que hay otros individuos que podrían tomar esa decisión antes que yo. Podría esperar mi turno y por mientras abstenerme de producir la existencia de otros nuevos.

Tal vez muy pronto me cansé de aparentar. Me cansé de buscar la aprobación del padre, de la madre, del hombre, de la mujer, del marginado, de lo humano. Me pongo los ropajes de la invisibilidad. El silencio. Y procedo a mi gusto. Procedo satisfaciendo mis deseos sin avergonzarme. Creo. Destruyo. Pero puedo amar sin máscara. Ser simplemente lo que hay. Dar lo que me pidan porque sí, porque me da la gana y ya. Me calma la rabia el pensar que somos todos una maraña de daño. Trizaduras, resquebrajamientos, pegamentos de mala calidad y parches del mall chino. En realidad eso tenemos en común todxs nosotrxs. Estamos cansadxs de doler y de sufrir. Ruptura, heridas, infecciones. El dolor produce una grotesca rabia en mi. Como cuando me golpeo los dedos de los pies en la esquina de un mueble. Me duele, lloro, gimo y luego quiero destruirlo.

-Asique tomé un mazo de piedra y comencé a romper el mueble. En el primer golpe ya me había arrepentido, pero no podía echarme atrás. Por fin pude darle libertad a mi cuerpo de toda la tensión acumulada. Esa tensión te va a dar Cáncer dice la Eva. Cuando sientes ese punto de energía cargado y no lo haces circular, entonces se acumula y te destruye. De algo hay que morir yo siempre digo. Si tu sabes que siempre he querido conocer la muerte. Y que no soy de esos suicidas narcisistas que en realidad no se quieren matar, sino que quieren que los vengan a salvar para demostrar que le importan a alguien-
 Yo ya asumí que lo primero en la lista es que no eres importante. Las personas viven que se yo, unos 80 años ahora y 80 años es un chiste de tiempo. Siempre pienso en las plantas que crecen y crecen y se regeneran, botan lo antiguo y absorben lo necesario para su transformación continua que parece no estar sucediendo, pero sucede, y no importa si te diste cuenta porque nadie te pregunta tu opinión.

29 de enero

Ser otros.

Cada día es posible ser otro. A cada hora de ese día se puede ser otro. En el sueño se es otros. En la palabra se ocultan todos los rostros borrosos. Cuando cambias tan rápido piensas ¿ha llegado la locura? Tengo un poder nuevo: no temerle a la respuesta de esa pregunta.



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