La mala editora en la urgencia

Los tengo a todos identificados dijo
pero a no a nosotras,
nunca nos creyeron la pará subversiva
y esta vieja izquierda que pasa de moda
con sus tratados no habrá paz,
qué vergüenza!

Mis palabras no tienen paciencia,
son armas ante la inclemencia.
Voy a castrar al uniformado
descubriré su nombre y averiguaré dónde vive
le arrancaré el corazón con uñas
y despierto agitada llorando de impotencia.

Tengo la fuerza de los pueblos,
mestiza,
no soy una sola.
Voy en primera línea como no me muestran en las fotos
de musculosos que comparten las cabras,
lo mismo que nos asquea.

Exagerada soy de ver tanto dolor ay sí
en los campos y ciudades,
desde el hacha que persigue la espalda de la 'ñora
y el balazo en el cráneo antes de los toque de queda.

La institución me arranca con violencia el pañuelo verde
 y del cuello me agarran.
No calcé en la iglesia, ni en el partido, ni en el cabildo.
Soy rechazada de las rechazadas.

Sus cuotas de equidad  no alcanzan tal dolor mío,
y te tomo la mano amiga
y te tomo la mano amiga
y te tomo la mano amiga
y hacemos un club secreto debajo de las sábanas.

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